sábado, agosto 27, 2005

COMPRO UNA VIEJA EMBARCACIÒN

Editorial del DIARIO HOY 27 de agosto 2005

Por: Luis Alberto Luna Tobar

Compro una vieja embarcación y alquilo por pocas horas un espacio libre de la costa pacífica, en un mar de nadie.
Necesito marineros que sepan desaparecer en el océano y llegar sin calendario ni certeza a ningún puerto, pero sí a cualquier rincón oscuro en donde copulen el mar con la tragedia.
Deben ser marineros avezados a morder pesca salada y beber babas de tiburones.
Interesan barcos deshabitados, con una cómplice soledad preparada para presenciar cómo la vida se hace silencio irredimible.
Compro ese barco, necesito y alquilo esa costa sin vigías y pagaré precios comerciales tentadores a los marineros con hambre y sin oficio seguro, que puedan conducir la barca y carga humana hacia lo fatal ...
Y compro otra barca más vieja que la que ya escogí y adquirí y acaso ya desapareció.
Con el apoyo de los que nunca vigilan cuando deben vigilar y siempre acusan cuando ya no hay quien revele su complicidad, quiero llenar esta nueva embarcación alquilada -la más vieja entre las ya acoderadas en los muelles de deshecho- para llenar sus bodegas con todos los que, de una o de otra forma, pero siempre criminalmente, acumularon emigrantes para uno de los muchos viajes fatales, que recogen los anales de nuestra impresionante historia trágica.
En cualquier barca, pero sobre todo si está hipotecada por relaciones con emigrantes, transportaremos notarios, banqueros, prestamistas, agiotistas o vulgares chulqueros, que deben llegar por mar hasta los Estados Unidos de América, para exigir del panamericanismo de las autoridades de ese país, que les pague su arduo trabajo criminal de exportación de carne humana para servicio de las empresas globalizadoras, de las patrocinadoras del TLC y que conceda, en mérito a trabajos hechos en factor del panamericanismo, la nacionalidad norteamericana a todos los coyotes, coyoteros y asociados.
Esta segunda embarcación, saturada de seres humanos distinguidos, expertos en mercado de carne humana, si naufraga... importará redoblados esfuerzos panamericanos para recoger de cualquier manera el ADN de tantos seres, realmente clasificados como excepcionales, en el arte criminal de engaño a los hambrientos y eliminación, sin huellas que constituyan reclamo, por cuantioso robo, previo a la muerte, con el que cobraron al migrante desaparecido en sus funerales.
Las investigaciones científicas del país de la libertades pueden negociar con esos ADN del coyoterismo.
Tal vez la ingeniería genética encuentre en ellos bases para un hombre nuevo. Sería soberano negocio. Alerta, maestros de los infames negocios de carne humana.
Compro otra vieja embarcación inservible para todo y para todos; pero en homenaje a la venganza del coyote, al miedo de sus víctimas incapaces de denunciarlo y a la complicidad de la injusticia institucionalizada, en esa embarcación deben asilarse los que conceden al crimen de la usura y del coyoterismo, en todos sus aspectos, un temor reverencial, cómplice de su criminalidad.
Si me venden esa barca inservible, pediremos limosna públicamente para condicionar la residencia segura de los cobardes, por miedo a la venganza de los que sean denunciados porque le cobraron su muerte a todos los que recogió callado un mar sepulturero.

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