Chè!.
En cualquier lugar
que nos sorprenda la muerte,
bienvenida sea,
siempre que ése,
nuestro grito de guerra,
haya llegado hasta un oído receptivo
y otra mano se tienda
para empuñar nuestras armas,
y otros hombres se apresten a entonar
los cantos luctuosos
con tableteo de ametralladoras
y nuevos gritos de guerra y de victoria.
Hasta la victoria y siempre!.
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